Soy una persona a la que le gusta engañarse, estoy tan acostumbrada a eso que en realidad no me resulta algo malo. Me miento y trato de creerme mis mentiras, niego lo que no me gusta, lo que siento que está fuera de lugar, sea la situación que sea. Puedo sentirme feliz, triste, decepcionada, emocionada, pero si no es así como quiero estar, lo niego con todas mis fuerzas, eso me da un poco más de seguridad.
Aunque me sea imposible engañarme realmente, por lo menos me sirve para sentirme más fuerte ante los demás, para mostrar lo que quiero que ellos vean. Engañerse en serio a uno mismo, debe ser muy difícil de lograr, hay que ser un exelente actor y un gran mentiroso porque a fin de cuentas, ¿cómo hacés para no descubrirte? Tenés que ignorar lo que pasa por tu corazón y por tu mente, lo cual veo demasiado difícil, ya que el cuerpo siempre encuentra una manera de manifestarse, de llamar la atención si no le respondemos.
Por eso, a pesar de todos mis intentos, llega un momento en el que no puedo mentir más, cedo ante lo que inevitablemente me pasa porque, como dije antes, no puedo engañarme de verdad, en el fondo se muy bien que es lo que está pasando. Y una vez que dejo de negar mi realidad, las cosas ya no parecen tan malas como lo eran en un principio, las veo de otra forma, mas positiva.
Y lo mejor es cuando miro atrás y me doy cuenta de lo tonta que fui, de lo equivocada que estaba. Eso sí, siempre y cuando las cosas hayan salido bien y yo esté en paz...
Normalmente sufro mucho, me siento vulnerable, insegura, y a veces un poco sola; pero no quiero estar así, por eso creo que no es tan malo que intente engañarme algunas veces... Por eso digo que me gusta engañarme, sé que es bastante cobarde de mi parte no querer enfrentar las cosas desde el principio pero me cuesta reunir el valor para hacerlo, mientras tanto necesito encontrar un poco de refugio.